Marcelo Bielsa da su primera conferencia de prensa como flamante técnico del Athletic de Bilbao de España, y entre sus palabras recuerda su paso por Chile. De inmediato surgieron reacciones de los que aún le extrañan y de quienes consideran un exceso hacerlo.

En mi anterior columna señalé que me parecía peyorativo el concepto “viudo de Bielsa”, pero consciente que cada momento está más arraigado en la terminología del hincha nacional, terminaré por aceptarlo, aunque continúo asegurando que es despectivo.

Dicho esto, paso a comentar lo sucedido con la presentación oficial del ex técnico de la “Roja” en el cuadro vasco, que a mi juicio es lo mejor que podría haberle pasado al fútbol mundial, por el concepto y doctrina que impulsa el rosarino, y que debiera ser la esencia del balompié.

Para quienes entendemos ciertas bases de la “doctrina Bielsa”, no extrañaron las declaraciones del trasandino, especialmente cuando señaló que “una de las cosas que yo recuerdo claramente que dije el último día que me comuniqué con la prensa de Chile, es que el que más pierde al irse soy yo, y es una pérdida profesional y afectiva que no he dejado de sentirla del mismo modo, y esto es una alegría pero que no se superpone ni cicatriza otro tipo de pérdidas y para mí es una pérdida para siempre”.

Para Marcelo Bielsa fue un dolor dejar un país que lo había acogido con respeto y cariño, pese a sus excentricidades. Aquí pudo llevar a cabo su labor sin mayores contratiempos, contando con los recursos, tanto humanos como técnicos, que le permitieron trabajar en completa paz en el búnker de Juan Pinto Durán.

Y los frutos de su trabajo se han visto parcialmente en la “Roja” que participa en Copa América, y cuyo recuerdo aflora con el típico “con Bielsa no estarían jugando así”, especialmente cuando el balón se toca al costado, pero sin profundidad.

¿Serían más sabrosas las victorias de Chile con Bielsa en la banca? Quizás, aunque el sistema del rosarino no aseguraban triunfos, pero si un juego ofensivo y vistoso, a lo que se sumaba su inflexibilidad en el orden táctico, que no tendrían a Sánchez o a Fernández jugando a placer sin responsabilidades defensivas, entre otras consideraciones del equipo actual.

Pese a que las comparaciones son odiosas y molestan a quienes hoy son los encargados de dirigir a la Selección, no es menos cierto que el trabajo actual está fundado en lo que este grupo de jugadores aprendió con Bielsa: disciplina, actitud y juego colectivo. Lo que es reconocido por quienes gustamos de un fútbol que mira el arco rival más que el propio, y a quienes se nos ha denominado “viudos de Bielsa”, pero que se constituimos uno de los legados del “Loco” en Chile, que está en las graderías y que cantan con orgullo el himno nacional allende Los Andes, pues confían en una nueva Selección que, aunque suene cliché, está para romper la historia.