La notable ausencia de reacciones en la calle árabe a la eliminación de Osama Bin Laden demuestra que el fundador de Al Qaida perdió popularidad entre los jóvenes que optaron por la vía de la revuelta popular, opinan los analistas.

“La muerte de Bin Laden no significa nada especial para el mundo árabe, con todas esas revoluciones en curso que hacen emerger nuevos dirigentes en sus países” afirma el analista egipcio Diaa Rashwan, especialista en movimientos islamistas.

La eliminación de Bin Laden es “un desarrollo natural que llega a punto para pasar la página de la violencia armada” que se ensaña contra civiles de forma indiscriminada, añade.

Según él, la muerte de Bin Laden marca el fin de una época. “Si hubiera muerto un poco más tarde, ni siquiera habría tenido la cobertura mediática de la que es objeto ahora”, asegura el analista.

Ninguna manifestación fue reseñada en el mundo árabe tras el nuncio por Estados Unidos de la muerte de Bin Laden, el domingo en Pakistán a manos de un comando estadounidense. E incluso la inmersión de su cadáver, considerada no conforme con el Islam por las altas autoridades musulmanas, tampoco atribuló demasiado a las muchedumbres.

Washington explicó que la opción de la inmersión se debió al temor de que una sepultura se convirtiera en lugar de culto para los partidarios del fundador de Al Qaida.

Salman Sheij, director del Brookings Institute basado en Doha, se declaró poco sorprendido por la ausencia de reacciones en el mundo árabe tras la muerte de Bin Laden.

“El mundo árabe se ha alejado desde hace tiempo de Al Qaida y optó por la vía de las revueltas populares”, opina este experto paquistaní.

“Hoy, los árabes se han volcado hacia la lucha por su libertad y quieren al mismo tiempo deshacerse de los extremistas (…). Quieren mirar al futuro, y no ser considerados más como terroristas”, añade.

“La erradicación del terrorismo sólo es posible deponiendo a los regímenes tiránicos que impulsan a algunos jóvenes, por desesperación, a la lucha armada”, afirmaron en un comunicado los jóvenes manifestantes que acampan en una plaza de Saná, capital de Yemen, uno de los países donde el jefe de Al Qaida era popular.

“El terrorismo islámico ya no tiene en el mundo árabe la audiencia que tenía en el pasado, ya que la lucha de los jóvenes se concentra ahora en la libertad, la democracia y la mejora de las condiciones de vida”, explica la socióloga libanesa Dalal Bizri.

“Ello no significa que el terrorismo ya no tiene partidarios”, precisa. Pero “el extremismo religioso reviste hoy un carácter más social que político”, subraya.

Sólo algunos quisieron rendir tributo al “jeque Osama” en algunos foros de debate islámicos. En Yemen, un jefe local de Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA, nacida de la fusión de las ramas yemení y saudí) prometió vengar la muerte del fundador de la red.

Según Dalal Bizri, los movimientos islamistas están cada vez más influenciados por el modelo turco. Así, los Hermanos Musulmanes de Egipto acaban de crear su propio partido político, con la ambición de obtener la mitad de los escaños en las elecciones legislativas previstas en septiembre.

“La principal característica del próximo período es la participación de los islamistas en el poder, y ellos sabrán luchar contra los extremistas y reducirlos al silencio”, considera la socióloga libanesa.