Varias personas fueron detenidas en Belarús el martes, después de que el presidente Alexander Lukashenko pidiera al KGB “remover cielo y tierra” para esclarecer un atentado que dejó 12 muertos y podría endurecer aún más al régimen de esta ex república soviética.

“Varias personas fueron detenidas tras el atentado de Minsk”, que tuvo lugar el lunes, anunció el fiscal adjunto, Andrei Shved, sin brindar el número exacto de arrestos.

El ministro del Interior Anatoli Kuleshov declaró el martes que la bomba que explotó estaba escondida debajo de un banco, en un andén de la estación de metro Oktiabrskaia, a unos cien metros de la sede de la presidencia bielorrusa, en el centro de Minsk.

La bomba, que tenía una potencia de cinco a siete kilos de equivalente TNT y contenía balines de metal de un centímetro de diámetro, probablemente haya sido activada con un mando a distancia, añadió.

Unas 300 personas se encontraban cerca del lugar de la explosión, hacia las 18H00 locales, en esta estación muy concurrida, la única en la que se pueden realizar trasbordos entre las dos líneas de metro de Minsk.

Belarús nunca sufrió atentados islamistas y ningún movimiento de oposición ha realizado acciones violentas hasta el momento.

Lukashenko, que dirige este país de 10 millones de habitantes con mano férrea desde hace 16 años no descartó que “este ‘regalo’ nos venga del extranjero” y pidió al jefe del KGB que encuentre a los culpables del atentado lo antes posible. “Remuevan cielo y tierra”, ordenó.

Para el mandatario, este atentado podría tener algún vínculo con el de julio de 2008, también en Minsk, cuando la explosión de una bomba artesanal dejó unos 50 heridos.

“Pueden ser eslabones de la misma cadena. Hay que establecer a quien le sirve desestabilizar a nuestro país”, dijo Lukashenko al KGB.

Las autoridades bielorrusas habían afirmado recientemente que “representantes extranjeros habían urdido un complot”, tras una importante manifestación opositora en diciembre contra la controvertida reelección de Lukashenko.

El líder del principal movimiento opositor, Alexander Milinkevich, negó que la oposición pudiera estar involucrada en el atentado, pero estimó que el régimen de Lukashenko iba a usar lo ocurrido para intensificar la represión contra la oposición.

“El terrorismo no forma parte de nuestra historia ni de nuestra tradición”, declaró Milinkevich, quien dijo temer “una nueva espiral de represión política, como ocurrió tras la explosión del 3 de julio de 2008″, la cual nunca fue esclarecida.

Tras la reelección de Lukashenko con más de 80% de los votos en comicios considerados fraudulentos por la oposición, numerosos representantes opositores fueron detenidos el 19 de diciembre.

Una manifestación había sido dispersada y más de 600 personas habían sido detenidas. Decenas de opositores, entre los que se encontraban varios candidatos a las elecciones presidenciales, fueron inculpados por “organizar disturbios masivos”.