Las grandes masas de hielo que forman los glaciares no sólo se encuentran en lugares de un clima extremo como la Antártica, sino que también a lo largo de la cordillera de los Andes. En las altas cumbres, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia concentran el 99% de los glaciares tropicales del mundo, es decir, aquellos que se encuentran entre la latitud 23ş 26′ norte y sur (trópicos de Cáncer y de Capricornio).

Glaciar de Sorata, Bolivia (Wikipedia)

Glaciar de Sorata, Bolivia (Wikipedia)

El ingeniero civil y geólogo Bolívar Cáceres es el responsable del Programa Glaciares Ecuador, perteneciente al Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI) de ese país. Desde 1994, Cáceres estudia el impacto del calentamiento global en los glaciares del Ecuador, país que concentra el 4% de los glaciares tropicales.

Según el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC), entre los años 1906 y 2005 el planeta se ha calentado 0.74 grados Celsius, cambio originado principalmente por la concentración de gases de efecto invernadero producidos por los seres humanos.

Para Cáceres, los efectos del cambio climático en los glaciares se comenzaron a visualizar de manera más dramática a partir de los ochenta, evidenciando un retroceso acelerado de estas masas de hielo, en algunos casos al punto de su extinción. Al respecto, Cáceres estima que “los glaciares más pequeños (menores a 1 km2) desaparecerán entre 15 o 20 años, ya que por sus dimensiones están ubicados a menor latitud y no tienen una zona de acumulación permanente, es decir, están perdiendo agua en forma constante”.

En sus investigaciones, Cáceres ha puesto especial atención a dos de estos glaciares en el Ecuador: el Antisana y Cotopaxi, porque Quito se abastece en alguna medida del agua proveniente de sus deshielos.

A juicio del geólogo, el derretimiento acelerado de los glaciares tendrá un importante efecto en el ambiente de la región y sobre todo en los países andinos que subsisten a partir de los recursos hídricos otorgados por los hielos.

“Los ecosistemas cambiarán totalmente; además, habrá un efecto en la regulación de las cuencas de alta montaña que afectará a las ciudades que están cerca de montañas o glaciares, provocando restricciones para captar las aguas y destinarlas para uso humano, como la agricultura”, destaca.

Con respecto a los glaciares más grandes, el experto aclara que éstos “se reducirán en forma considerable, pero no van a desaparecer”, añadiendo que están ubicados a una mayor altitud y cuentan con zonas de acumulación extensas y también con una dinámica de recuperación.

El científico permaneció durante casi un mes en el Continente Blanco, realizando estudios en las cercanías del Gran Glaciar Traub, sector aledaño a la base ecuatoriana “Pedro Vicente Maldonado”, en la isla Greenwich del archipiélago Islas Shetland del Sur.

El objetivo de esta investigación, ejecutada en colaboración con el Instituto Antártico Ecuatoriano (INAE), es medir el balance de masa del glaciar, es decir, cuantificar la pérdida y ganancia de la cantidad de hielo durante un año y relacionarlo con el cambio climático. “Es un indicador de que algo pasa con el clima y lo que se trata de ver es si se puede establecer una relación directa o indirecta con las variables climáticas”, explica el geólogo.