La sirena de una patrulla policial, la oración de un pastor evangélico y los llantos y abrazos de familiares en el Campamento Esperanza recuerdan que hace 2 meses 33 mineros quedaron atrapados en un yacimiento en el norte de Chile.

Dos minutos antes de las dos la tarde, la sirena dio la señal para comenzar el acto de homenaje. Inmediatamente después, el pastor de la iglesia Adventista, Carlos Parra, dio una oración de agradecimiento y pidió a los familiares tomarse de la mano.

La oración en que se pide por un exitoso rescate es repetida por los asistentes con devoción, mientras varias mujeres, esposas y madres de los mineros lloran recordando el comienzo de la pesadilla.

Hace 2 meses les llegó la nefasta noticia: en el interior de la mina San José se había producido un derrumbe a 350 o 400 metros de profundidad, que dejó atrapados a 33 trabajadores. Recién 17 días después se enteraron de que todos estaban vivos.

Hoy, cuando el rescate se aproxima, algunos familiares portan banderas de Chile, otros globos en forma de corazón y luego lanzan el grito de guerra que que caracteriza a todos los chilenos.

Se abrazan y comienzan a caminar hacia una ladera del Campamento, a unos 40 metros de distancia, donde se han colocado 32 banderas chilenas y una boliviana, la del minero Carlos Mamani. Allí izan una bandera de Chile en un asta de mayor altura que las de los 33, y entonan con fervor el himno del país.

“Yo deseo que nunca le pase a nadie esto, se sufre mucho (…) en ese momento hace dos meses, los ‘niños’ estaban quedándose sepultados debajo de 700 metros”, dice María Segovia, hermana del minero Darío. Ella, como muchos de aquí, llaman de manera cariñosa ‘niños’ a los mineros.

María es una de las principales líderes en el campamento, donde incluso la llaman “la alcaldesa del campamento Esperanza”.

La intendenta de la Región de Atacama, Ximena Matas, quien participó del acto, rememoró que el mismo día de que se supo del accidente se trasladó a la mina San José.

“Había que estar acá, con incertidumbre absoluta, sin saber nada de lo que sucedía, con el dolor de ver a las familias, las angustias, así que fue un momento super difícil”, relató a la Agencia AFP.

En el Campamento de Esperanza hay un evidente clima de optimismo por el rescate, con una fuerte mezcla de ansiedad.

Las 3 máquinas perforadoras avanzan con sobresaltos en su labor de horadar desde la superficie hasta los 700 metros, por donde se izará a los mineros en una cápsula individual metálica.

Dos de las tres máquinas son las que más prometen: La T-130, encargada del Plan B, y la sonda petrolera RIG-421, responsable del Plan C.

La T-130, la que más expectativa genera, cavó hasta la fecha 466 metros y está a 164 metros de alcanzar su objetivo. Su rendimiento varía y depende, principalmente, con el tipo de material rocoso con que se choca. El lunes, por ejemplo, perforó 2 metros, pero en otros días hizo hasta 50.

La RIG-421 se encuentra en los 265 metros, aunque por ahora redujo el diámetro del pozo porque sufrió una desviación en su dirección. Debe retomar rumbo en los próximos 2 días y agujerear hasta los 597 metros.

Mientras las máquinas trabajan a diferentes ritmos, los parientes y un ejército de periodistas esperan el “Día D”.

Más familiares han llegado en los últimos días para sumarse a la población permanente del Campamento Esperanza. También más periodistas. Está claro que los indicios de un rescate inminente han alborotado el ambiente, todos a la espera del final feliz.