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El misterioso ataque informático del virus Stuxnet -que vulnera programas vitales en la gesión de instalaciones industriales- afectó a sistemas clave como la industria en Irán, demostrando que la guerra cibernética es una posibilidad cada vez más real que podría intervenir en un futuro conflicto armado, según analistas.

La OTAN, que viene alertando desde hace años a sus 28 países miembros de la realidad de esta nueva amenaza, abordará el asunto en su cumbre del 19 y 20 de noviembre en Lisboa convocada para adoptar el nuevo “concepto estratégico” de la Alianza, según fuentes diplomáticas.

El primer país en formular en 1992 el peligro de una guerra cibernética fue Estados Unidos, el mismo que “alimentó con datos erróneos las redes del mando militar iraquí”, al iniciar su invasión del país en 2003, explica Daniel Ventre, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de París, autor de un libro sobre la materia.

Quienesquiera que sean los autores del ataque con el virus Stuxnet, cuya identidad todavía es pronto para dilucidar, según Ventre, “se trata de una operación diseñada para destruir redes informáticas clave y no una acción más corriente de piratería, espionaje o difusión de falsas noticias”.

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“¿Estamos preparados para hacer frente a operaciones similares? Tenemos que interrogarnos sobre la seguridad de los sistemas de gestión que permiten hacer funcionar a las industrias, las redes de distribución de energía o transporte”, añade el experto del CNRS.

El ataque actual es una “escalada hacia un uso potencialmente militar o político” de los puntos débiles de un sistema informático, estima por su parte Axel Dyevre, director para Europa del CEIS, una sociedad de consultoría en estrategia y gestión de riesgos.

El próximo conflicto podría arrancar con un ataque preventivo cibernético, complementando los clásicos bombardeos, una especie de “Pearl Harbour” electrónico que paralizaría al adversario.

La OTAN, víctima de ‘hackers’ o piratas informáticos serbios durante la guerra de Kosovo en 1999, trabaja desde 2002 para mejorar la protección de sus propias redes y la cooperación defensiva entre sus miembros.

La “Tormenta cibernética III”, una operación de simulación de un ataque a gran escala contra las redes informáticas de las infraestructuras vitales de Estados Unidos, se desarrolla actualmente con la participación de más de una docena de países y unas 60 empresas.

No obstante, para Stephan De Spiegelaire, experto belga en cuestiones de defensa del Centro de Estudios Estratégicos de La Haya, también los civiles, además de los militares, deben prepararse para un eventual ataque cibernético.

De Spiegelaire estima que la población civil se vería privada de los servicios básicos, “electricidad, agua caliente, calefacción y televisión”.

Los países escandinavos y Gran Bretaña están más preparados que el resto de Europa, según este experto, que explica además que en Holanda, el Parlamento examina cada año un informe de evaluación sobre los riesgos de un ataque cibernético para la seguridad nacional.

La Comisión Europea propuso por su parte el jueves reforzar la ENISA, la agencia europea encargada de la seguridad de las redes y de la información.

“Para movilizar a la población en caso de ataque, primeramente hay que tener preparada la información”, dice Spiegelaire, abogando por abordar esa amenaza con la opinión pública en vez de restringir al debate al círculo de gobiernos y empresas.